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> La Habitación de Lullaby <

Wednesday, February 15, 2012

En tan solo una mirada...

Y él se paró a  pensar, tan solo por un minuto, en lo que había cambiado su vida en cinco semanas.
Se dio cuenta de que había encontrado a la persona que había estado esperando durante los últimos diecisiete años.
Pudo ver como esa linda niña le entregaba su vida, su amor, su tiempo libre y el que no tenía.
Había conseguido que ella se lo diese absolutamente todo.
Ganarse su confianza, sus te extraño, cada uno de esos tequieros , que a ella tanto le costaba decir.
Pero él lo había conseguido.

Ya habían pasado diez de esos sesenta segundos.
Sabía que ella era especial, que no podía dejarla escapar; pues era todo lo que él estaba esperando.
Pero cada uno es como es.
Difícil cambiar en cinco semanas... difícil? No, más bien imposible.
Siguió pensando y actuando como lo había hecho hasta aquel día en el que la conoció.
Siguió creyendo que necesitaba conquistar a cada una de las princesas que cruzaban su palacio, en busca de tan solo un minuto; como este que él estaba empleando en pensar en ella.

Ya tan solo quedaban treinta segundos.
Quería pensar en los pros y los contras de esa relación.
En cada vez que ella le sonreía y él caía rendido a sus pies.
Cada uno de esos abrazos sin fin. Las tardes frías, que acabaron siendo calientes.
Se dedicaba a pensar en lo que ella le hacía sentir; pero, en ese momento, un antiguo amor apareció por su mente. Por su desbarajuste, por su loca cordura.
Y ni siquiera se dio cuenta, de que esa persona había estado en el pasado. Que no podría ser más de lo que fue, que ahora tenía algo mejor y era feliz.
No se daba cuenta de que si tomaba la elección errónea, su pequeña princesa sufriría como nunca...

Diez segundos.
El mismo tiempo que había empleado en recordar todo lo que le había hecho sentir a su niña.
Diez segundo de dudas, de descontrol, de locura y ganas de ir contra las reglas.
Ese momento en el que una sola decisión puede cambiar, irremediablemente, el curso de las cosas...

Cinco segundos.

Cinco, lo vio.
Se dio cuenta de que era a ella a quien quería; a la que había entregado una de las cosas más importantes de su vida, algo que sería suyo para siempre y de nadie más.
Entonces, cuando apenas quedaban tres segundos para que ese denso minuto terminase, alguien le abrazó por detrás. Le tapó los ojos con sus frías manos y le dijo " ya estoy aquí".

Un segundo.
No necesitaba más tiempo que eso, porque en tan solo un segundo, pudo decir lo que tanto ansiaba, lo que necesitaba decirle a esa pequeña princesa; "no te vayas nunca".

xoxo-L